domingo, 11 de octubre de 2009

Más sobre el Félix

Por fin la investigación se enriela por donde debía haber comenzado. Los graves problemas administrativos que están saliendo a la luz señalan claramente la falta de interés de la Dirección en el control y perfeccionamiento de los aspectos clínicos de la gestión de salud, presionada por las exigencias ministeriales de rendimiento más que de calidad en las prestaciones.

Las precarias condiciones de la farmacia del hospital, ¡por fin de público conocimiento! ya habían sido denunciadas, hace por lo menos cuatro o cinco años atrás. Los propios funcionarios que allí trabajan solicitaron la intercesión de la Asociación de Funcionarios. En mi calidad de presidente de dicha asociación, sugerí en esa fecha, la ampliación de la unidad hacia un auditorio colindante, que permitiría incluso habilitar una sala de espera de los usuarios, que actualmente y como entonces, continúan esperando en el pasillo de acceso al Hospital. Pero, los intereses de las universidades privadas, que hacen su agosto en los hospitales públicos, impidió esa solución, a pesar de la existencia del auditorio central y de un segundo auditorio construido por la Universidad Mayor para su uso exclusivo. En resumidas cuentas, primó el interés de un negocio privado que explota además a los pacientes, sin su consentimiento, por sobre los intereses de los pacientes y de los funcionarios que los atienden.

Sería realmente lamentable que, a pesar de lo que se está sabiendo, se termine sancionando a personal subalterno que, aunque haya cometido el error (solamente porque alguien tiene que concretar la prestación), no se consideren como factores exculpantes las pésimas condiciones de trabajo cuya responsabilidad recae directamente en las autoridades. Al respecto es de interés recordar que la teoría de la gestalt, que, en pocas palabras nos permite cumplir nuestras tareas en la confianza que los demás han cumplido bien la suya, ha sido considerada en tribunales en la defensa de quienes han errado por confiar en los que están atendiendo su puesto de trabajo. El Derecho, en primer lugar, exige de las personas el comportamiento del hombre ordinario, en su acepción de normalidad estadística, y en segundo lugar, entiende su desempeño en condiciones normales, en las cuales las deficiencias y los errores son la excepción. De no existir este comportamiento humano, la vida sería imposible.

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