domingo, 11 de octubre de 2009

Fugas



Vivo en el barrio Brasil, rodeado de universidades que priorizan el arte, por lo que no es es infrecuente encontrarse, a la vuelta de la esquina, con una intervención urbana, una instalación de arte a veces sorprendente, a veces ingenua, a veces incomprensible... pero que hace pensar. Hace algunos días, en la calzada de una intersección de calles, habían dibujado un cuadrado de líneas rojas de más o menos un metro por lado, en cuyo centro se leía: FUGA. Nada más verlo, el pensamiento huyó hacia los túneles, a la fuga de la prisión, de la presión o de la opresión, a la fuga de la realidad, a las fugas de la música, a la fuga de Pessoa, que huye de sí mismo. Pocos días después, habían levantado la carpeta del pavimento, una exageración, sin duda, porque era real, no era una ilusión anamórfica de Beever y, al día siguiente, ya estaba reparada con un parche alquitranado.
Era una fuga de gas. Por esta vez, la realidad fue más prosaica que la imaginación.


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