domingo, 11 de octubre de 2009

Oye... tú...!

He leído la diatriba que dirigiste contra mi hijo, y siento que tu lenguaje soez es insultante no sólo para él, sino también para mí y para muchísimas personas que deben soportar la prepotencia de gente como tú. Pero, más que insultado, he quedado sorprendido, porque conductas como éstas no se esperan de personas cultas, de un sociólogo o de un dramaturgo con formación universitaria humanista y es una verdadera lástima que la cultura, que habitualmente impregna al hombre de valores, te haya resbalado sin hacerte mella, dejándote limpio de todo vestigio de buenos modales, porque de academia, de humanismo y de cristianismo…¡ni hablar!

A tus años, deberías saber que las conductas de las personas, más que abrirnos los ojos respecto de las conductas ajenas, son un libro abierto para desnudar las propias, y eso lo sabe desde un padre inteligente aunque sea inculto, un maestro con vocación o un médico de verdad, para no nombrar las obviedades de la sicología y la siquiatría.

Si piensas que mi hijo es un ser tan mínimo, tan despreciable como dices, deberías haber tenido la conducta de un hombre de bien, o por lo menos la de un dramaturgo o de un sociólogo, o finalmente, la de un iluminador, capaces todos ellos de comprender la naturaleza humana y no denigrarla porque le exigieron el pago de una deuda de cincuenta lucas. Tu furia, tu sarcasmo, tu respuesta en verdad desaforada en realidad no merecen más que el comentario de mi hijo: pura palabrería. Y a otra cosa, mariposa.

Lo que pasa es que él es un hombre de bien, capaz de de comprender tu bajeza sin escupírtela en la cara, porque cree que gente como tú no tiene arreglo. No puede haber contradicción más grave que la que tú demuestras, entre lo que dices a la galería y lo que haces en privado, pero finalmente, se es lo que se es y no lo que se dice ser.

Te haría bien leer a Camus, un dramaturgo de verdad para que logres entender lo que digo. O puede ser Chesterton, Simenon, o Saramago, en lenguajes más literarios… en fin, ahí tienes por donde empezar. Si los haz leído, reléelos, pero con alguien que te vaya explicando los subtextos y las connotaciones. Si no tienes esa posibilidad, también te sirve un enjuague de cultura oriental, de cualquiera de los Taos, o el Arte de la Paz, o el Arte de la Guerra o cualquier manual de autoayuda de inteligencia emocional, que están en cualquier quiosco y que podrían enderezar tus capacidades de relación interpersonal.

Aunque sé que es difícil que lo hagas, sigue mi consejo: crece, pero en la dirección correcta, bájate de la nube de las vestales vírgenes de la que estás colgando porque se te ve todo, y aumenta el amperaje de tu luz, porque no estás iluminando a nadie con tu gracia. Deja de pensar que los que se te acercan deben agradecértelo.

Cumple con la palabra empeñada, o te la hará cumplir el juez del trabajo y no injuries a nadie por escrito ni ante testigos, porque te expones a responder por ello (si fueras un maleante lo sabrías).Tu diatriba sólo tiene fundamento para ti, y te verás en duros aprietos para convencer a nadie, menos a un juez de tribunal civil. Que los dioses de tu Olimpo te sean propicios.

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