domingo, 11 de octubre de 2009

Acoso laboral El hombre, lobo del hombre




El senador Alejandro Navarro dijo que “diariamente conocemos casos de personas que denuncian los apremios y humillaciones a las que son sometidas por alguno de sus superiores jerárquicos o por sus colegas, ante la indiferencia de sus pares, las jefaturas y, lamentablemente, de los organismos encargados de la fiscalización laboral”. El parlamentario dijo que “este caso es uno entre miles que se denuncian sin éxito en la Inspección del Trabajo y la Contraloría General de la República”

El parlamentario, quien presentó un proyecto sobre la materia en diciembre del año pasado, que busca definir y sancionar el acoso moral, señaló que “hemos conocido casos terribles, que a uno le cuesta creer que ocurran en los servicios públicos o en las empresas y que muchas veces, confundiéndose detrás de inexistentes problemas personales, se siguen tolerando.

“Entre los casos más dramáticos que hemos podido conocer -agregó Navarro - está el del trabajador de la Municipalidad de Concepción Humberto Opazo, quien debido al acoso moral y psicológico sufrido de parte de su jefatura directa, y tras no encontrar ayuda ni respuestas en el propio municipio, ni en la Inspección del Trabajo, desarrolló una profunda depresión que lo llevó a tomar la drástica decisión de terminar con su vida, suicidándose”.

Navarro señala que “este caso se encuentra debidamente acreditado, mediante numerosas denuncias en la Inspección del Trabajo de Concepción. También tenemos las copias de las denuncias, en las cuales el funcionario municipal, quien se desempeñaba en la Biblioteca Municipal de la Corporación Social de la Municipalidad de Concepción, rogaba ayuda a la institucionalidad pública y a los fiscalizadores del trabajo, pero encontró sólo puertas cerradas y oídos sordos”

A juicio del parlamentario, “la carencia de normas y vacíos legales dio como resultado la depresión profunda de don Humberto, al punto que tocó fondo, y terminó con su vida este año. Las denuncias venían desde el 2001, cuando la directora de la Biblioteca Municipal, Carmen Pinochet, lo amenazó, en virtud de desavenencias personales, de utilizar todos los medios necesarios para despedirlo. Con el tiempo, Humberto fue trasladado de lugar de trabajo dos veces sin previo aviso. En una oportunidad incluso lo destinaron a limpiar pisos, después de haber ejercido durante años como bibliotecario, encargado de manejar maquinaria audiovisual para exhibir películas todas las semanas en la biblioteca”

El legislador dijo que “lo sufrido por don Humberto es la realidad de miles de chilenos: se fiscaliza la seguridad del trabajador, su integridad física, mediante leyes y reglamentos, pero su dimensión psicológica está abandonada a la impunidad de eventuales jefes abusadores. Tal como el caso de Pamela, la escolar que se suicidó en Iquique por acoso escolar, cuya muerte no significó arrepentimiento alguno de sus compañeras, los jefes de don Humberto se han atrevido a negar el pago de la indemnización por años de servicio a los deudos. De parte de los victimarios no hay consideración alguna por los que sufren, y menos un poco de arrepentimiento”.

“Al leer las denuncias de don Humberto y las constancias ante la Inspección del Trabajo, nos preguntamos cómo esos verdaderos gritos de auxilio no fueron escuchados, cómo nadie hizo nada ante los certificados médicos que señalaban depresión profunda, cómo nadie se conmovió y mejoró su condición laboral ante las licencias, ante las continuas solicitudes de “ya basta” dirigidas a sus jefes, algunas hechas con llanto y lágrimas. Estamos creando una sociedad sin sentimientos, pero peor, estamos creando una sociedad sin leyes para proteger la dignidad de los trabajadores ante el maltrato patronal”.

El proyecto de ley presentado por Navarro define el mobbing como "toda acción hostil del empleador, sus agentes o subordinados, destinada a violentar la dignidad, y que permaneciendo en el tiempo, cause incapacidad física o psíquica o muerte al trabajador o le produzca alteraciones que pongan en riesgo su estabilidad laboral en los términos señalados en el inciso segundo de esta disposición, existiendo relación de causalidad a lo menos indirecta, entre el hostigamiento y el resultado dañoso”.


De lo anterior, es posible deducir que la gravedad del daño por esta causal es impredecible en términos individuales, pero una somera investigación de los datos aportados por la Internet, permite constatar que los términos “depresión” y “mobbing” genera 22.900 aciertos, mientras que “suicidio” y “mobbing”, genera 63.200 aciertos, cifras que invierten la razón esperada, tal vez porque la muerte es más evidente que la depresión, pero dando igualmente sustento a los dichos del Senador Navarro respecto de la gravedad del fenómeno que la autoridad desconoce o minimiza.


En fecha reciente, Abril de 2008, el Colegio Médico denunció el acoso laboral con resultado de muerte del Doctor Juan Manuel Vidal en el Hospital de San Carlos. En esa ocasión, el actual presidente del gremio, Doctor Pablo Rodríguez expresó su respaldo precisando: “Ninguna jefatura, en ningún hospital de Chile puede tener actitudes despóticas y de acoso laboral contra los médicos y quedar impune. Para el Colegio Médico esto resulta inaceptable si lo que queremos es defender la dignidad profesional”

Como de costumbre, sólo palabras para la galería, mientras tanto los acosadores de antología, como los doctores Artaza, de triste fama y Ossandon, del Hospital Calvo Mackenna, inventan sumarios de birlibirloque, se sumarían ellos mismos, para premiar al sancionado y sancionar al acosado. Bien lo sabe la Doctora Cecilia Lagniel, Presidenta del Capítulo Médico y de la Asociación de Funcionarios, que nada puede esperar tampoco de las directivas gremiales ni del comite de antiética colegial. Así vamos

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