Traté de subir este comentario en El Mostrador, que me exigió abrir una cuenta en face, error que no repetiré, sin darme ninguna alternativa.
El subsecretario de Salud de Bachelet y su discurso contra el aborto terapéutico.
No hay nada peor que trenzarse en una discusión sin definir
previamente los términos. No cabe duda que el aborto es un atentado al derecho
de la vida del ser humano, pero no es un valor absoluto, porque se puede matar
sin sufrir castigo, como sucede cuando se hace en defensa propia, o lo hace un niño o un interdicto por demencia.
Si se va a discutir el
aborto terapéutico, la discusión debe centrarse allí y no dispararse a
cualquier lado.
Cuando se opera un embarazo tubario, se está atentando contra
la salud del huevo fecundado y en crecimiento que ha cometido el único error de
equivocar su domicilio, y su muerte permite la vida de la madre. Ese es el
ejemplo más claro de aborto terapéutico que nadie, en su sano juicio, puede
rechazar.
Extenderlo a los derechos de decisión de la mujer es un tema ajeno,
importante sin duda, atendible, que requiere discusión, consensos y
legislación, que duda cabe, pero eliminar una mola hidatidiforme, o un acranio , proyectos frustrados de vida humana sin esperanza ninguna de vida, que solo
atentan contra el derecho a la vida de
la madre, no merecen discusión alguna, que no sea bizantina o fundamentalista.
De que valen los idola fori de Don Francis (Bacon), el peligro de las analogías advertido por Foucault, hasta las sombras de la caverna, si seguimos confundiendo, empecinadamente, ocho con ochenta.