domingo, 11 de octubre de 2009

Capitalismo salvaje




Cuando hace más de diez años, en Abril de 1997, publiqué el artículo "El conflicto de la salud y la Iniciativa para las Américas", en la revista "El Recetario" del Regional Santiago del Colegio Médico de Chile, muchos colegas, con los que compartíamos la misma lucha gremial, movieron la cabeza con escepticismo. Hasta ese momento nadie había denunciado que las políticas de Reforma en la Salud no eran propias, sino imposiciones foráneas de macro-organismos de la economía y el comercio mundial y que su fundamento era explícitamente económico y no sanitario.


Sin vislumbrar sus verdaderos orígenes, constatábamos solamente los efectos de los cambios. Rechazábamos, en el año 1994, a un Ministro de Salud no médico, Massad, por una cuestión de principios; nos negábamos a llamar a nuestros pacientes "clientes"; a priorizar la eficiencia sobre la eficacia en nuestras prestaciones. El sentido común nos decía que el sistema de salud debía funcionar sobre principios de salud pública, de humanismo y de ética médica y no sobre directrices meramente económicas.


Debieron pasar tres años de desinformación - inmoral - de nuestros gobernantes hasta descubrir, con el propio esfuerzo, el estudio y con el aporte de la bendita Internet, que el "paralelismo notable" de los problemas de médicos y educadores que resalté en una de mis cartas a la dirección, tenía un denominador común, que no era casualidad que el presidente Lagos hubiera iniciado en esos años la reforma privatizadora en Educación y el Ministro Massad la reforma privatizadora en Salud, mientras se privatizaban todos los servicios públicos de agua, luz, teléfono, gas, etc. Como si estas señales no bastaran para entender esta reforma estructural, ambos habían sido economistas del Banco Mundial.


Ese año de 1994, en la Ronda Uruguay, los detentadores del control de la economía mundial lograban por fin un acuerdo que había demorado cincuenta años en decantar: la creación de la Organización Mundial del Comercio, O.M.C, que ordenó a los países subdesarrollados, en forma explícita, tajante e impositiva: privatizar la salud, la educación y el agua potable en los países del "patio trasero" de los EE.UU. lo mismo que Chile adelantaba de manera obsecuente, con la mirada puesta en los pactos económicos que deberían venir en recompensa:


En 1997, una mirada retrospectiva permitió ordenar este panorama confuso, este mar revuelto donde los pescadores ganaban tiempo para ir anclando las redes de una economía cavernaria que separa cada vez más a los ricos de los pobres, que distingue lo que la gente está dispuesta a pagar y lo que no está dispuesta a pagar en salud, que desprecia el espíritu de servicio y lo reemplaza por el estímulo / castigo de la domesticación.


Esta visión burda, primaria, de una economía propia de trogloditas fue justamente la que generó la más amplia repulsa del sector de los trabajadores de la Salud, replicada luego por los pingüinos, por los profesores y por la enorme mayoría de los pobres de este país, que deben alcanzar a no menos de un ochenta por ciento, en las actuales circunstancias.


Sus resultados ahora son dramáticos, desde Lehman Brothers hasta Fasa, pasando por las autopistas concesionadas, las universidades privadas y el negocio de la incultura televisiva, todo es expresión del capitalismo salvaje, una antigua expresión que hoy cobra una actualidad imposible de desmentir.

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