En un país gobernado por los poderes fácticos, las componendas y
el dinero, resulta reconfortante y esperanzador constatar como funcionarios
estatales anónimos, premunidos con la ley y con elevados niveles de coraje, que
duda cabe, están haciendo tambalear el modelo desde su base.
Han hecho realidad
la separación de los poderes del Estado, han hecho funcionar - por lo menos -
su institución. Han dado una lección de civismo a los demás poderes y de paso,
al país entero, que se agradece en estos tiempos de sequía de valores.
Han
transformado a las águilas en pollitos desplumados, después de saberlo todo,
nadie sabe nada, los que cuidan el dinero con dientes y garras no saben donde
van diez millones de dólares, de una sola sentada… ¡cómo será de jugoso el negocio,
que no les hace mella!
Es una luz de esperanza, es cierto, que todavía puede
ser apagada, solo falta que el país sepa estar a la altura de los fiscales que
lo han remecido de su letargo con este sacudón de película.
A propósito, me
recuerda la historia de Capone y su verdugo, Ness.
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