domingo, 22 de septiembre de 2013

La Constitución que murió con Allende

CONSTITUCIÓN POLÍTICA CHILENA DE 1973
Propuesta del Gobierno de la
Unidad Popular, presidido
por Salvador Allende
I
ESTADO, GOBIERNO Y SOBERANÍA

La República de Chile es un Estado unitario, de Gobierno democrático y popular, que se apoya en la fuerza creadora de los trabajadores. Integra la comunidad latinoamericana y participa en la comunidad universal como país libre, soberano y económicamente independiente.

El fin de su organización social y política es crear una sociedad fundada en la libertad, la igualdad, la solidaridad y la justicia, en que se asegure el desarrollo integral y digno de la personalidad humana como consecuencia del dominio y goce comunes de los recursos naturales y bienes de producción fundamentales, y del término de la explotación del hombre por el hombre.

Todo el poder reside en el pueblo, el que lo ejerce participando en las formas de autogobierno popular que la Constitución establece, o delegando su ejercicio en las autoridades que ella determina.

Todo aquel a quien el pueblo ha confiado representación o autoridad responde de los actos que ejecute en el desempeño de estas funciones, y debe ejercer sus facultades de acuerdo a las competencias y finalidades que la Constitución y las leyes le señalan.

domingo, 14 de julio de 2013

Michelle Bachelet: ¿la mejor aliada de Washington?

Michelle Bachelet: ¿la mejor aliada de Washington?
Por James Petras | 12-04-2013 - 14:16 | Valoración: 0

Nota del Editor: Presentamos a contiunación un artículo escrito por James Petras, sociólogo experto en América Latina quien, a razón del triunfo de la actual candidata en 2006, realizó un duro balance de la gestión de Bachelet como ministra de Salud y Defensa durante el gobierno de Lagos. Desde la experiencia, estudiantes, trabajadores, mapuche y muchos otros pueden confirmar que no estuvo muy equivocado.

El 15 de enero de 2006, Verónica Michelle Bachelet fue elegida Presidenta de Chile por un margen del 54% frente al 46% de los votos con un 40% de abstenciones, en su mayoría de jóvenes menores de 30 años. Encabezando una coalición de dos partidos en teoría "socialistas", demócrata-cristianos y radicales, su victoria electoral ha sido muy bien acogida por un vasto espectro político que va desde la administración Bush al presidente Chávez, incluyendo todos los grandes medios de comunicación económicos (el Financial Times, Time Magazine, Wall Street Journal) y las instituciones financieras internacionales más importantes (Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional).

Los progresistas, al igual que en las valoraciones efectuadas después de otras elecciones recientes, se han equivocado de nuevo (o quizá han renunciado a su agenda reformista) y la derecha tiene razones para sentirse contenta.

Los progresistas echan mano de consideraciones un tanto mezquinas para explicar su respuesta positiva ante la elección de Bachelet: argumentan que es la primera mujer presidenta en Latinoamérica (olvidando que Margaret Thatcher fue la primera mujer Primera Ministra de Inglaterra), que pasó un breve período en las cárceles de Pinochet; que era la hija de un general de las fuerzas aéreas que fue leal al depuesto presidente socialista Allende y que fue torturado hasta la muerte; y en el hecho de que es dirigente en el teóricamente Partido "Socialista" de Chile.

La confianza de los progresistas en su identidad política contrasta profundamente con la aproximación materialista histórica adoptada por determinados regímenes políticos y medios de comunicación derechistas de las grandes corporaciones, que centran la atención en su actuación política durante los últimos quince años, en su papel como Ministra (de Salud y Defensa) en el gabinete gubernamental y en su adhesión incondicional a las políticas de libre mercado neoliberales y a la doctrina militar regional de Estados Unidos.

Para comprender el significado de la elección de Bachelet y las razones por las que el régimen de Bush está encantado con ella, se debe profundizar al menos brevemente en los antecedentes de los denominados regímenes de "centro-izquierda" que han gobernado Chile durante los últimos 16 años.

En 1988, la coalición denominada "Concertación" derrotó al dictador Pinochet mediante un plebiscito y, un año después, venció a un candidato pinochetista, ganando así las elecciones presidenciales. Desde 1989 hasta la actualidad, Chile ha seguido siendo gobernado bajo la constitución autoritaria impuesta en 1980 por la dictadura. Los regímenes presidenciales de la Concertación (ya fueran demócrata-cristianos o socialistas) no sólo aceptaron las fraudulentas privatizaciones valoradas en miles de millones de dólares que se llevaron a cabo bajo la dictadura, sino que extendieron la práctica a todos los sectores de la economía, incluida la sanidad, las pensiones y la educación. Un informe llevado a cabo por un grupo de investigadores del Congreso (20 de julio de 2005) reveló que se habían transferido ilegalmente tierras y propiedades valoradas en 6.000 millones de dólares a funcionarios pinochetistas. A lo largo de una década, una serie de oficiales militares de alto rango, con Pinochet incluido, que habían estado implicados en crímenes contra la humanidad se fueron sucediendo en los cargos más importantes del país. Se ascendió a oficiales de grado medio. Bajo la Concertación, Chile conservó la bochornosa cualidad de ser el segundo país, de entre los que componen Sudamérica, con las desigualdades sociales más graves.

Hasta el día de hoy, los militares continúan recibiendo el 10% de los ingresos que genera el cobre (con el precio más alto que nunca), una medida apoyada con entusiasmo por Bachelet cuando era Ministra de Defensa (2002-2004). Una legislación laboral restrictiva impide que los sindicatos y los movimientos laborales se involucren en cualquier huelga que afecte a la industria en gran escala, y la mayor parte de los jornaleros y leñadores no tienen casi defensa alguna frente a los depredadores productores de los sectores de la uva, el vino y la madera. En contraste con lo anterior, una nueva clase de multimillonarios ha pasado a dominar una economía altamente monopolizada que está asociada con multinacionales europeas y estadounidenses dedicadas a saquear la riqueza piscícola, los bosques, las aguas y los recursos minerales del país, apropiándose de tierras indígenas y criminalizando a los movimientos indígenas mapuche.

La afirmación de la Concertación de haber reducido la pobreza de la población de un 48% a un 18% no es más que una manipulación estadística: es el resultado de redefinir el límite de la pobreza hasta niveles mínimos de subsistencia. Estimaciones más realistas, basadas en estándares de vida adecuados, elevarían ese 18% al menos hasta un 40-45%. Igual de importante es el hecho de que la Concertación se ha alineado con Estados Unidos – y en oposición al resto de Latinoamérica – como el discípulo más leal de las políticas económicas de libre mercado, firmando una versión bilateral del Área de Libre Comercio de Latinoamérica y votando junto a Estados Unidos contra Cuba en las reuniones anuales sobre Derechos Humanos de la ONU en Ginebra. El Partido Socialista, de entre cuyas filas salieron los dos últimos Presidentes electos, no sólo ha renunciado a todas las políticas puestas en marcha por el martirizado Presidente Allende (nacionalización del cobre, reforma agraria, democracia industrial, seguridad social y legislación laboral proteccionista) sino que ha "confesado" que Allende siguió "políticas equivocadas". Los socios derechistas y demócrata-cristianos del golpe militar de 1973 nunca realizaron una "autocrítica" parecida.

Antes del golpe militar, Bachelet había apoyado al gobierno de la Unidad Popular, del cual su padre, el General de la Fuerza Aérea Alberto Bachelet, era un partidario leal. Fue detenida durante un breve período junto con decenas de miles de chilenos progresistas y se marchó eventualmente del país, recibiendo una beca de la Universidad Humboldt en la comunista República Democrática Alemana (GDR), donde se convirtió en una partidaria de Hoeneker carente de todo sentido crítico. Tras el restablecimiento en Chile de la política electoral, Bachelet volvió al país, convirtiéndose en miembro del Comité Central del "renovado" y pro-neoliberal Partido Socialista. Desde su regreso a Chile hasta su elección como presidenta Bachelet, no sólo no cuestionó nunca la impunidad de los militares que torturaron a su padre hasta matarlo, sino que abrazó su doctrina de seguridad nacional, promovió a numerosos oficiales de rango medio que habían trabajado en la DINA (policía secreta) de Pinochet, jactándose de las estrechas relaciones de trabajo que mantenía con ellos

El profundo cambio de la trayectoria de Bachelet desde la RDA hasta su aproximación a Estados Unidos se evidenció durante su estancia de un año en Fort McNair, donde se imbuyó de la doctrina de "guerra interna" estadounidense y de las estrategias contra la resistencia. A diferencia del camino que abrazó su padre rechazando el imperialismo y abrazando políticas re-distributivas socialistas, Bachelet siguió un sendero de "convergencia con el poder hegemónico" (en sus propias palabras), que en esencia se resume en la sumisión servil a los dictados estratégicos de Estados Unidos. Su anterior período (2000-2002) como Ministra de Salud no presenció mejora alguna en el desmoronado sistema sanitario público, no puso en marcha ningún programa relevante para el 50% de la población chilena que no podía afrontar los sistemas de sanidad privada, y no hizo ningún esfuerzo por mejorar el fracasado sistema de pensiones privadas definido por Washington, en otra época, como "modelo" para el mundo. Los planes privados de jubilación sufren en la actualidad una desvalorización estimada en un total de 1.000 millones de dólares, mientras que las subidas de las tasas administrativas y otros gastos se están llevando hasta el 20% de los montos fijados para dichas pensiones. La Organización Internacional del Trabajo ha llamado por ello la atención a Bachelet y a sus predecesores, ya que únicamente el 58% de los pensionistas van a recibir 120 dólares al mes y, el restante 42%, prácticamente nada.

Durante el período de Bachelet como Ministra de Defensa, los gastos militares de Chile alcanzaron nuevas cotas: el gasto militar per cápita superó al de cualquier gobierno de Latinoamérica. Gastó miles de millones de dólares en una nueva flota de aviones de combate, helicópteros, navíos de guerra y sistemas de espionaje mediante fotografía por satélite; Chile se preparó para "converger" con Estados Unidos para vigilar a los turbulentos países andinos. Bachelet fue la seguidora más enérgica de Estados Unidos al enviar a Haití una fuerza expedicionaria militar para que ayudara en las tareas de represión de los partidarios del democráticamente electo Bertrand Aristide. Unos 400 soldados chilenos armados hasta los dientes patrullaron las miserables calles de Puerto Príncipe en apoyo del régimen títere impuesto por Estados Unidos.

Bachelet acogió siempre muy bien cualquier oportunidad de realizar maniobras militares junto a Estados Unidos – ofreciendo apoyo logístico para las últimas operaciones de UNITAS.

Bachelet superó los protocolos normales en las relaciones de un Ministro de Defensa con los militares: en las primeras páginas del derechista diario El Mercurio aparecieron publicadas fotos memorables con abrazos a generales. Incluso hubo algo más impactante aún en la exuberancia efusiva de Bachelet hacia los generales, entre los que figuraban muchos de los que habían servido en la policía secreta de Pinochet, 13 de los 30 generales con los que Bachelet colaboró habían sido miembros de la tristemente célebre DINA, famosa por sus torturas y asesinatos de sospechosos políticos.

En su oportunista ascenso al poder, Bachelet se mostró dispuesta a alabar y promover precisamente a aquellos oficiales militares que podrían haber estado directa o indirectamente implicados en las torturas a su propio padre.

En una entrevista publicada en el influyente diario El Mercurio (22/01/06), Bachelet expuso enfáticamente su entusiasta apoyo al modelo neoliberal, el mantenimiento del regresivo 19% del IVA, la oposición a cualquier impuesto progresista o a políticas re-distributivas y la ausencia de una legislación positiva que pudiera reparar las abismales desigualdades. Además de promover la "educación" en sectores medios, declaró que no existía una "fórmula mágica" para superar la brecha entre ricos y pobres – y ni hablar de cambiar la jornada laboral chilena, con 48 horas a la semana, la más alta entre los 60 países considerados por la clasificación del International Institute of Management. Pero, para Bachelet, aprobar una legislación laboral supone una "fórmula mágica" inalcanzable.

Teniendo en cuenta los antecedentes históricos, el disponer de una Presidenta recién elegida que pone un énfasis muy especial en la seguridad militar, incluida la "seguridad interna", con objeto de impedir cualquier movimiento social, permitiendo la existencia de batallones de reacción rápida que ya han sido preparados para converger con las intervenciones militares estadounidenses, no es sorprendente que la administración Bush y la Embajada de Estados Unidos en Santiago calificaran a Chile como el mejor socio de Washington, un modelo para Latinoamérica, el cliente perfecto: un paraíso para la inversión extranjera, un infierno para los trabajadores y una amenaza para los movimientos sociales.

La subida al poder de Bachelet demuestra que el poder político es más fuerte que los lazos de parentesco, que la lealtad de clase es más poderosa que la política de identidad y que tener un pasado de izquierda no supone estorbo alguno para convertirse en el mejor aliado de Washington en su defensa del imperio.
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James Petras es un sociólogo estadounidense conocido por sus estudios sobre el imperialismo, la lucha de clases y los conflictos latinoamericanos. Ha sido profesor de la Binghamton University de Nueva York, la Universidad de Pensilvania, y profesor adjunto en Saint Mary's University, de Halifax (Canadá).

viernes, 10 de mayo de 2013

Como si hubiera sido ayer...


Intervención pronunciada hace  diez  años en el Día del Hospital, en el Hospital Dr.  Félix Bulnes Cerda, un hospital público de un  sector  de bajos ingresos, el sector poniente de Santiago de Chile.

"Hace  más de tres mil años, un hombre escribió, para la posteridad: Hay, bajo el sol, un tiempo para todo y un tiempo para hacer cada cosa.

Estos son tiempos para detenerse a mirar  lo que está pasando. Tiempos de reflexión y de actuar en consecuencia. Esa es la tarea que hemos asumido: hemos coincidido en calificar como de extrema gravedad las reformas que se implementan  en el sector salud, porque violentan los principios de nuestra actividad y los derechos de funcionarios y de pacientes. La suspensión de horas extraordinarias y de reemplazos, los despidos de contratados, las presiones para tramitar jubilaciones de hambre, el fantasma  del cuarto turno son razones de peso que no invitan al jolgorio, sino a la preocupación.

Con tal convicción, decidimos no participar en las actividades de recreación del Día del Hospital, no para boicotearlo, como se ha dicho, sino para dar una señal de alerta a los asociados, para que, una vez pasada la euforia del festejo que todos nos merecemos, respondan a la señal de unidad que hemos dado al constituir nuevamente la Multigremial.

La unidad en la base, nuestra unidad, es el único respaldo que tendrán los dirigentes nacionales en la defensa de la estabilidad laboral y de las remuneraciones justas.

Asistimos a cambios históricos que afectarán seriamente nuestro futuro si no tenemos la capacidad suficiente para enfrentarlos. En vez  del progreso propio del desarrollo,  asistimos a una regresión de la historia, a la pérdida valórica, al egoísmo, a la compraventa de lo que sea, incluida la propia dignidad.

Nos han cambiado las reglas del juego, la competencia hace que cada vez que uno de nosotros gana, hay un compañero de trabajo que pierde. Se avecinan sin embargo, tiempos más democráticos, porque perderemos todos: por cada funcionario que pierda su empleo habrá otro que trabajará el doble y por la misma remuneración..

Nuestro hospital es una institución, y las instituciones  son organizaciones fundamentales de la sociedad que implican, además de sus recursos materiales y humanos, el acervo metódico de conocimientos, habilidades y principios que permiten el cumplimiento de su objetivo central, el servicio, la solución de los problemas educacionales, de salud, espirituales o de justicia que los ciudadanos requieren en su diario vivir.

Las empresas, en cambio, siempre tuvieron objetivos de producción y distribución de bienes mediante procesos industriales o mercantiles que permiten la satisfacción de las necesidades materiales de la sociedad, no menos importantes, pero cualitativamente diferentes.

Así se definen aun – en los diccionarios  a nuestro alcance – las instituciones y las empresas,  porque eso era así hasta el año de 1994, en el que la recién creada Organización Mundial del Comercio, constatando el estancamiento en la rentabilidad de los procesos  industriales y de comercio, decide que los megacapitales ociosos deben reproducirse también en los servicios.

La Ronda Uruguay crea entonces, en paralelo al ya existente Acuerdo General de Comercio y Tasas Arancelarias (GATT), el Acuerdo General de Comercio con los Servicios (GATS), que identifica tres áreas de privatización: educación, agua potable y salud.

En la Ronda Uruguay, en el año 1994, quedan sellados el desastre de la reforma educacional que todos conocemos,  el encarecimiento del agua potable que todos pagamos y la suerte de este hospital, cuyos recursos materiales y humanos ya no se rigen por el principio del  servicio, sino que se ponen al servicio de los intereses económicos, invirtiendo la espiral virtuosa del bien común por la espiral viciosa del cálculo financiero de los que se enriquecen a costa de la enfermedad.

Allí está el verdadero origen de la Reforma en Salud, en la presión del capital financiero internacional para comerciar con la medicina estandarizada, con paquetes de salud debidamente valorizados, con la contención de costos, con la salud administrada, con los multiprestadores y las multiaseguradoras que entrarán a repartirse el botín, protegidos por una legislación que les asegura la ganancia sin los riesgos de la medicina solidaria.

Como si hubiera sido ayer.

lunes, 7 de enero de 2013

La verdad de los Luchsinger en territorio mapuche

Un trabajo del historiador Martín Correa señala que Adán Luchsinger Martí y sus hijos no sólo compraron terrenos que habían sido arrebatados a los mapuches en Vilcún. También acusa que corrieron deslindes y cobraron en suelos las deudas que los comuneros adquirían en la pulpería de los patrones.

Los fundos de la familia Luchsinger en Vilcún, cinco en total, se remontan a 1906, cuando el colono suizo Adán Luchsinger Martí compró 60 humildes hectáreas a un inmigrante alemán. Más de cien años después, las tierras del clan en esa zona suman 1.200 hectáreas, las que son reclamadas por las comunidades mapuches vecinas.

Son los mismos predios donde murió baleado el joven Matías Catrileo. Porque ni en los agitados años de la Unidad Popular esta familia había visto peligrar, como ahora, sus extensas propiedades. El último atentado al fundo Santa Rosa motivó que, por primera vez en cien años, un ministro del Interior visitara a este clan.

¿Cómo llegó esta familia a Chile? ¿Cuáles son sus orígenes? ¿Es cierto que usurpó las tierras, como reclaman las comunidades mapuches aledañas? El historiador Martín Correa Cabrera, investigador del Observatorio de los Derechos Indígenas, hoy Observatorio Ciudadano, publicó este año un estudio sobre los inicios de los Luchsinger en Chile y su relación con los mapuches.

Jorge Luchsinger, dueño del Santa Margarita, ha repetido una y otra vez que los campos de la familia están "saneados, oleados y sacramentados", y que ellos dan trabajo a los mapuches vecinos, con quienes no tendrían conflictos, porque los "agitadores son foráneos". En su investigación, Correa aporta antecedentes distintos.

El primer Luchsinger
El clan desciende de Adán Luchsinger Martí, quien nació el 22 de noviembre de 1868 en la ciudad de Engi, cantón suizo de Glarus. Llegó a Chile en 1883 y, antes de Vilcún, se asentó en Quechereguas, actual comuna de Traiguén, 70 kilómetros al norte de Temuco. El 10 de mayo de 1893 se casó con la inmigrante alemana Margaretha Rüff Studer.

Al igual que cientos de otros colonos italianos, franceses, suizos y alemanes, Adán Luchsinger fue "enganchado" en Europa por la Agencia de Colonización. Arribó a Talcahuano, puerta de entrada a la "Mesopotamia" de América del Sur. Con ese nombre se difundía en el viejo continente, en aquella época, a la recién pacificada Araucanía.

En Quechereguas, Adán Luchsinger recibió una concesión territorial de 60 hectáreas del fisco chileno, más una yunta de bueyes, una vaca parida, semillas y madera, entre otros bienes. En esta sencilla hijuela nacieron sus hijos Conrado, Enrique, Carlos y Melchor. En 1906, la familia Luchsinger se trasladó a Vilcún, a 20 kilómetros al oriente de Temuco.

Ese año, Adán compró 60 hectáreas al colono alemán Emilio Quepe y, según consta en el Conservador de Bienes Raíces de Temuco (CBRT), a partir de 1909 el patriarca del clan no paró de adquirir terrenos, hasta totalizar más de mil hectáreas. A su muerte, en 1936, la herencia se dividió entre los cuatro hijos.

De acuerdo al Registro de Propiedades del CBRT, en la actualidad los descendientes de estos cuatro vástagos tienen cinco predios: el mencionado fundo Santa Margarita, de Jorge Luchsinger Villiger; el fundo Santa Rosa Lote 1, de Rodolfo Luchsinger Schiferli; el fundo Santa Rosa Lote 2, de Enrique Luchsinger Schiferli; el fundo Santa Rosa, de Eduardo Luchsinger Schiferli, y otro fundo Santa Rosa, también a nombre de Enrique Luchsinger Schiferli.

Castigo a los mapuches
También de 1908 y 1909 datan los títulos de merced concedidos a las diez comunidades mapuches de Vilcún que rodean los terrenos de los Luchsinger. Se trata de numerosas familias que han denunciado una historia de despojos y usurpaciones, primero de parte del Gobierno chileno de esa época, y a manos de los Luchsinger después.

En efecto, tras la "pacificación", el fisco consideró que los terrenos de los mapuches sin trabajar eran sitios baldíos y los requisó. Si las comunidades acreditaban la posesión de su tierra por el tiempo que la ley exigía, se podían quedar en la "reducción" o "reserva". En eso consistía el título de merced, en un terreno reducido y reservado para indígenas.

En cambio, a las familias de colonos europeos el Estado chileno les entregaba hijuelas de 70 cuadras, más otras 30 por cada hijo varón mayor de 10 años. También recibían los pasajes gratis hasta Chile, tablas, clavos, una yunta de bueyes, una vaca con cría, arado, carreta, máquina destroncadora, pensión mensual durante un año y asistencia médica por dos.

Aquí está la raíz del problema, según el historiador Martín Correa: "Mientras a los mapuches se les castiga y reduce por carecer de medios de trabajo, a los colonos el Estado chileno los apoya, subvenciona y les entrega medios de trabajo".

El problema, asegura, se agravó cuando los colonos demarcaron los terrenos con líneas rectas. Las posesiones mapuches explica Correa siempre se han deslindado a través de accidentes naturales, como ríos, quebradas y alturas máximas. En cambio, las líneas rectas dibujadas en un plano poco o nada tienen que ver con la ocupación real y efectiva de un terreno. De ahí, entonces, las denuncias que recogió el investigador acerca de deslindes corridos "a la mala".

Hora de cobrar
El comunero Moisés Quidel entregó a Correa un relato que viene de sus abuelos: "Antes estaba Adán Luchsinger, Conrado después... La cosa es que antiguamente había poca gente y cerco no había; entonces, como ellos eran de plata hicieron cercos y marcaban donde se les antojaba no más, ¿Y qué iban a hacer los peñis, si no había medios? Y después que cercaron llegó la mensura, hicieron todos los documentos".

Quidel también le contó que Conrado Luchsinger "se instaló con una pulpería y los viejos decían que fue tanto el proceso de reducción, fue tan violento el proceso de poscolonización, que hubo gente que quedó totalmente empobrecida, quedó sin tierras, sin animales, les quitaron todos sus sembrados y ya no podían sembrar nada".

"Entonces, los peñis antiguos prosigue el relato iban a buscar harina para sobrevivir, trigo, sobre todo en las épocas de noviembre y diciembre, de grandes hambrunas. Mucha gente murió de hambre, y ahí Conrado Luchsinger abría libretas y la gente iba hipotecando sus corderos, sus animalitos y sus tierras. Y cuando llegaba la época [de cobrar] salía con carabineros, corría los cercos y así fue ampliando sus tierras, cobrando toda la plata de las deudas de la gente que compraba para sobrevivir. Al tiempo, él llegaba: ‘Tanto me debe usted, y como no tiene con qué pagarme, me paga en tierra’. Eso lo hacía en todas las comunidades".

Jorge Luchsinger, hijo de Conrado, contó en una entrevista a la revista "Qué Pasa" que "nosotros teníamos una pulpería en el fundo. Cada sábado la gente pedía, se le anotaba en el libro y a fin de mes se le hacía la liquidación y se le pagaba el saldo. Empezaron a decir que cobrábamos mucho por la mercadería, que no eran productos de calidad. Después reclamaban que la comida que les dábamos era mala, que tenía gusanos. Tiraban los platos al piso. Fueron las primeras protestas".

Devolución de tierras
Con estas "primeras protestas", el hijo de Conrado Luchsinger se refería a los años de Eduardo Frei Montalva y la reforma agraria, entre 1964 y 1970. Si bien a ninguno de los Luchsinger se les expropiaron terrenos, Jorge devolvió "voluntariamente" algunas tierras a los mapuches. Éstos dicen que fueron pedazos de cuatro o seis hectáreas, nada importante.

Sin embargo, las demandas territoriales tuvieron un gran auge en el Gobierno de Salvador Allende. En 1971, después de cuatro juicios, Jorge Luchsinger debió restituir 56 hectáreas a las comunidades Pedro Tori, Juan Cuyanao, Antonio Canío y Santos Marihueque.

Después del golpe de 1973, muchos latifundistas aprovecharon de "pasar la cuenta" a los activistas de sus fundos, aunque en esos convulsionados años las demandas mapuches no eran de raza. Hay detenidos desaparecidos de ese pueblo, pero las familias de las víctimas no hicieron gestiones judiciales o de otro tipo. Según el Informe Rettig, las causas de esta pasividad pueden haber sido el temor, el desconocimiento de cómo proceder, y una fundamental desconfianza en las instituciones del Estado.

Como sea, la familia Luchsinger estuvo tranquila hasta 1999, cuando la organización Ayjarewe Wenteche, de Truf Truf, sector ubicado al sur del fundo Santa Margarita, protagonizó la primera ocupación permanente de ese predio. Luego, en 2000, vinieron los atentados incendiarios, y a partir de 2005, el predio cuenta con vigilancia permanente de carabineros.

Demanda en Conadi
La investigación de Martín Correa también estableció que sí hay una reclamación por las tierras de los Luchsinger. Ellos insistían en que no había una demanda territorial. Sin embargo, en un catastro de la Conadi (www.conadi.cl/documentos_fondotierras/en%20proceso%20060507.pdf) aparece la comunidad Antonio Caniu en proceso de reclamación del fundo Santa Margarita.

El informe de Correa termina con otro mentís a la supuesta buena relación de los Luchsinger con sus vecinos mapuches. Se trata de un canal de tres metros de ancho por tres de profundidad que Jorge Luchsinger construyó en parte del perímetro de su predio. Tiene casi cinco kilómetros de largo y, según el agricultor, lo hizo para defenderse, porque "no me quedó otra alternativa".

Los mapuches están indignados. "Hizo un tremendo canal con máquina, ¿y qué no se muere ahí? Vacunos, un caballo se nos cayó, conejos, todo cae ahí. Y la veta de agua la rompió en la parte de arriba, nos dejó secos, y en esta parte de acá nos inunda (...)", señalan los comuneros que colindan con el fundo Santa Margarita.

"Es un tremendo daño agregan , echó abajo todo el bosque nativo, había como dos mil hualles grandes, arrasó con todo; así que ése sí que es un gran destructor. En ese canal se llega a caer uno en tiempo de invierno, lleno de agua, hasta ahí no más llega. Pa’l 18 [de septiembre] se cayó uno, Antonio Namuncura, murió ese hombre (...) No vamos a decir que es un gringo buena persona (...) Además, eso que dice de que da trabajo, más de cinco trabajadores no tendrá. ¿Y cuánto les paga? Una miseria. Entonces, él en la televisión lo cuenta bonito, en la prensa, pero no es así".

GENTILEZA : CLAUDIO LEIVA , LA NACION DOMINGO.FOTOGRAFIA : EDITOR V.I.P. EXTREMO POR LA VIDA